Frente a los rumores o críticas que pudieran surgir, CAMOTE se declara abiertamente en contra de la literatura ñoña; en contra de los clichés y las historias que huelen a moralina; en contra de los finales felices, cerrados, perfectos; en contra de la ilustración que nada tiene de incompleta; en contra de los críticos del arte que nunca agarraron un pincel; en contra de los que estudian literatura solo para decir que estudian literatura; en contra del que cita a autores que nunca leyó; en contra del poeta pretencioso que busca ínfulas en las palabras difíciles; en contra de los que dicen la lectura es importante, pero no tocan un libro ni con un palito; en contra de un escrito que explica demasiado, que no deja silencios.

CAMOTE sabe que nace en un mundo nombrado, que cada palabra cuenta, que cada coma dice, que cada punto cierra una idea o la dispara. Sabe que hay un premio en la dificultad; que dentro del texto, todo; que fuera del texto, nada.

CAMOTE adora los blancos, los finales sorpresivos, lo ambiguo, las pinceladas atrevidas, lo bueno y breve, los intersticios, la línea inesperada, las texturas y los elefantes blancos.

CAMOTE banca los intentos, la búsqueda implacable de una imagen verdadera, los borradores, las tachaduras, el esfuerzo denodado para encontrar el tono justo, la palabra inequívoca, esa y no otra.

CAMOTE fusiona el lenguaje, lo aglutina, lo amontona, lo aglomera, el ojo de la foto con el árbol que se dibuja, el árbol que se dibuja con la arcilla, la arcilla con el poema, el poema con el trazo, el trazo con el teatro, el teatro con la pintura.

CAMOTE se maneja mejor en los márgenes, en las orillas, en los pajonales, en zonas donde abunda la maleza; busca la sombra de un árbol, un mate galleta, un amigo; busca en la tierra abierta lo que no se vende, lo que fue descartado, lo olvidado.

CAMOTE arriesga. Saldrá a buscar otras sensibilidades, otras formas de mirar, otras voces que pretendan llegar al hueso, apretar el lápiz sobre el papel sin tabúes, colorear sin censuras. Dará abrigo a esas historias, les hará lugar en medio del pasto crecido y entonces, quizás, tendremos algo que decir. De eso dependerá su vida.